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POEMAS DE WESTONIA MURRAY

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  El saquito de té Suelta su secreto A altas temperaturas Me podía quedar quieta Viendo la pava hervir Silbar unos minutos su llamado Como en su momento oí Mi escritura bullendo  Guardada Lo que puede permanecer Tanto tiempo al fuego Tiene que ser poderoso Es cierto que la nieve Simplemente Se deja caer? Es cierto que ahora Sólo me queda eso Y no hablar más Con ella? Cincuenta años me tomó Poner sobre la mesa mis amores Y hablar  Digamos  De aquella axila Llega un momento en que una Debe contarse su vida Y empezar   Por qué no Por esta o aquella pequeñez     Puse en mis poemas Zorros   Abedules Cosas que nunca había visto Pero que mis amantes Nombraban y nombraban Cuando tengo dudas Anahí me dice Cómo no hacerlo Siendo tan hermosos Los abedules que no viste? En dos horas Maia se va a levantar Cierro el cuaderno y vuelvo a la cama Dos mujeres se despiertan juntas El mundo sabe lo que costó Miro la taza El té se ha oscurecido Fui feliz? Westonia Murray Biografía en los saquitos de té Tra

LOS TRABAJOS

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    Los trabajos                                                                                                                                         A Hebe Uhart   Aunque toda la tanda salió del lavarropas con pedacitos de papel adheridos, porque me olvidé de revisar bolsillos y alguna carilina habrá quedado escondida por ahí, fue una mañana hermosa. Es una mañana hermosa, convertida en mediodía, de domingo muy gris, en silencio. Sin varones, sin hijos. Tan gris que parece un escenario para que yo, que tengo 37 años y soy madre, piense en mi madre a través de los años, en el trabajo mudo que hizo todos los días y que a ella nunca le pareció digno de un solo comentario. Terminé de leer un libro donde una chica mira cuadros y escribe; a veces ni siquiera mira los cuadros: los recuerda. Hace un rato en el patio colgaba la ropa con cuidado, sacudiéndola fuerte para sacar los papelitos, y pensaba en los tantos retratos de lavanderas hechos por varones. Yo estoy adentro de un retrato de

Para no olvidar, Clarice Lispector

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   HABÍA UNA VEZ   Respondí que lo que realmente me gustaría sería por fin escribir un día un cuento que comenzara así: "Había una vez...". ¿Para niños?, me preguntaron. No, para adultos, respondí ya distraída, ocupada en recordar mis primeros cuentos de los siete años, que empezaban todos con "había una vez": los mandaba a la página infantil de los jueves del diario de Recife, y ninguno, pero ninguno fue publicado jamás. Y es fácil entender por qué. Ninguno contaba realmente un cuento con los hechos que un cuento necesita. Yo leía los que publicaban ellos, y todos relataban un acontecimiento. Pero si ellos eran tercos, yo también.   Pero desde entonces yo había cambiado tanto, quién sabe si ahora no estaba preparada para el verdadero "Había una vez". Me pregunté enseguida: ¿y por qué no empiezo? ¿Ahora mismo? Sería sencillo, sentí.   Y empecé. Al escribir la primera frase, vi inmediatamente que todavía me era imposible. Había escrito:   "Había una ve

POEMAS DE ADÉLIA PRADO

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CASAMIENTO Hay mujeres que dicen: mi marido, si quiere pescar, que pesque, pero que limpie el pescado. Yo no. A cualquier hora de la noche me levanto, ayudo a descamar, abrir, cortar y salar. Es tan bueno, nosotros solos en la cocina, de vez en cuando los codos se tropiezan, él cuenta cosas como "este fue difícil", "plateó en el aire dando coletazos" y hace el gesto con la mano. El silencio de cuando nos vimos por primera vez atraviesa la cocina como un río profundo. Por fin, el pescado en la bandeja, vamos a dormir. Cosas plateadas estallan: somos novio y novia.     TANTA NOSTALGIA En el corazón del irreflexivo mal gusto la alegría palpita. Un montón de mariposas entra por la ventana provocando picazón, risas, provocando besos. ¡Nos amamos y seremos felices! ¡Ah! Mi pollera cuadriculada con mi blusa a rayas... Tengo gran éxito en la ventana fingiendo que miro el tiempo, ornada de hormigas voladoras. Papá hoy tomó un baño, quiere ponerse su camisa azul de añil, hilo

POEMAS DE ALEJANDRA PIZARNIK

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  EN TU ANIVERSARIO Recibe este rostro mío, mudo, mendigo. Recibe este amor que te pido. Recibe lo que hay en mí que eres tú.     ENCUENTRO   Alguien entra en el silencio y me abandona. Ahora la soledad no está sola. Tú hablas como la noche. Te anuncias como la sed.     PIDO EL SILENCIO                                      ...canta, lastimada mía                                                             Cervantes   aunque es tarde, es noche, y tú no puedes.   Canta como si no pasara nada.   Nada pasa.     A MODO DE TREGUA                                      A Francisco Porrúa   Si no entiendo, si vuelvo sin entender, habré sabido que cosa es no entender. Alejandra Pizarnik

Diario Inconsciente

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  Nos ponemos en ronda en ese lugar al que llaman La Cabaña . Por turno, decimos quiénes somos o lo que podemos recordar. Después vienen las preguntas, simples, el grupo de terapeutas habla como si fuésemos integrantes de un jardín de infantes. Soy de los más jóvenes. Hay gente mayor, casi llegando a viejos, la mayoría reincidentes, son los que mejor conocen los beneficios del lugar, recomiendan tal o cual comida del buffet, tienen enfermeras preferidas, parecen estar cómodos. Después de que alguien habla, se aplaude. Un hombre del que me haré cercano dice: "Vine acá por tercera vez, soy alcohólico". Aplausos.   *   Durante años dejé de escribir. No tenía nada para decir, casi no hablaba. Escribir es un diálogo, un cauce, un desahogo. La crisis había arrasado las palabras, quedaron secuelas, escombros. La recuperación fue lenta, movimientos pequeños, imperceptibles al principio. En lo que respecta a la escritura, se puede volver a comenzar haciendo ejercicios muy sencillos, p

KUROKOS

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  Han vuelto. Es extraño. Cuando era niña podía verlos claramente. No es verdad que los kurokos de los niños sean pequeños. Ellos no cambian de tamaño, no crecen. Van, sí, perdiendo la nitidez de sus bordes, la negrura intensa y elegante de sus ropas, esa especie de casaca larga por debajo de la cual asoman anchos pantalones un poco cortos, la negrura perfecta de sus guantes, de su calzado. ¿Por qué se dice "impoluto" solo del blanco? El velo de los kurokos también es negro pero traslúcido, para ver y no ser vistos. Fue un kuroko quien sostuvo mi bicicleta cuando mis padres aplaudieron que anduviera sin perder el equilibrio, otro, o tal vez el mismo, quien me indicó el camino de regreso ese día que todos recuerdan porque me perdí. No lloraba, dicen. Fue en el bosque Lillo y el sol estaba cayendo. Puedo saber que sonreían aun sin haber visto nunca sus caras. Yo jugaba con ellos, creía que todos los niños lo hacíamos, aunque en realidad no pensara nunca en eso. Uno no piensa

ALGUNOS PÁJAROS NUNCA CANTAN

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  Hormiga   El amor es una hormiga en una rama la rama está en la mano de un chico que la da vuelta constantemente la hormiga no tiene esperanza de alcanzar ningún extremo.     Regreso   El árbol de bambú dispara su tallo que trepa hasta el espacio ni las hojas, las raíces, ni siquiera la lluvia le importan le interesa hacerse alto su alma es una columna que sube al cielo.   Si yo fuera un árbol, elegiría el círculo, no la línea recta. Pondría un pie adelante del otro como en un viaje sin vuelta, después lo doblaría para que regresara.   Sin regreso la vida no es más que un estúpido árbol de bambú, un árbol que alza sus tubos vacío al cielo.     El álamo está en silencio a la orilla del río   nadie oye su canción no tiene canción que cantar el viento lo golpea cada tanto y las ramas susurran un poco pero eso no es una canción las canciones vienen con un soplo interior no de una mano juguetona de afuera.   Quienes ven el álamo en silencio podrían pensar que no le interesan las canciones

Cartas a un joven bailarín 7 (última)

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  Carta 7 (carta final)   Comprender.   Un gran edificio está conformado por una centena de departamentos, ningún departamento por sí solo puede comprender al edificio.   Los humanos quieren "comprender" a Dios, pero lo GRANDE permanece incomprensible para lo pequeño.   Únicamente el amor permite a lo pequeño elevarse durante breves momentos al nivel de lo incomprensible, que sin embargo nos es tan cercano.   La plegaria cristiana nos dice: "Padre nuestro que estás en los cielos...". Prefiero el Corán que declara: "Está más cerca de ti que tu vena yugular". Está allí, no hay nada que comprender, nada que poseer, nada que esperar, y sobre todo nada de vida futura. Asir el presente, presente, presente... Cuando bailas, totalmente, está allí, el único, el múltiple. "Sólo podría creer en un solo dios que sabe bailar".   UNO   Las religiones que se dicen politeístas multiplican al infinito las manifestaciones de la divinidad, está el dios del fuego, e

Tal vez

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  Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto, sino darse y tomar perdida, ingenuamente, tal vez pude elegir o necesariamente, tenía que pedir sentido a toda cosa. Tal vez no fue vivir este estar silenciosa y despiadadamente al borde de la angustia y este terco sentir debajo de su música un silencio de muerte, de abismo a cada cosa. Tal vez debí quedarme en los amores quietos que podían llenar mi vida con un nombre en vez de buscar al evadido del hombre, despojado, sin alma, ser puro, esqueleto. Tal vez no era pensar, la fórmula, el secreto, sino amarse y amar, perdida, ingenuamente. Tal vez pude subir como una flor ardiente o tener un profundo destino de semilla en vez de esta terrible lucidez amarilla y de este estar estatua con los ojos vacíos. Tal vez pude doblar este destino mío en música inefable. O necesariamente...   Idea Vilariño

Cartas a un joven bailarín 6

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  Carta 6      Aprendí la danza con grandes maestros,   aprendí la danza caminando por la naturaleza,   aprendí la danza transpirando en un estudio,   aprendí la danza mirando a mis gatos,   aprendí la danza descubriendo el mundo,   aprendí la danza meditando en mi habitación,   aprendí la danza observando a mi abuela hacer sopa de pesto,   aprendí la danza viendo en escena a grandes bailarines,   aprendí la danza haciendo barra,   aprendí la danza nadando en el mar,   aprendí la danza en Dakar, dándoles clases a mis hermanos senegaleses,   aprendí la danza conduciendo, en la noche, en auto, sobre pequeñas rutas de montaña,   aprendí la danza en los bares de pueblo en España, donde, pasada la medianoche, todos bailan,   aprendí la danza viendo a Madeleine Renaud actuar Oh les beaux jours ,   aprendí la danza yendo mucho al cine, seguido, todavía...   aprendí la danza haciendo zen con Taisen Deshimaru,   aprendí la danza sintiendo dolor en todos mis músculos,   aprendí la danza mirando

Poemas de Laura Wittner

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  PLACERES NOCTURNOS                                                                                A Clara También nosotras nos paramos a sentir la noche cada una en su barrio pero al mismo tiempo. Acá hay un cielo gris blanqueado que huele a agua de río o algo así. No entro a casa; aspiro hondo, le pido un deseo único a ese olor. Y entonces el deseo se atomiza, átomos del deseo cubren la ciudad: empieza una lluviecita plana, discreta, hecha de constancia, que no se escucha con las ventanas cerradas. Eso es cumplirse, más o menos. TUVE SUEÑOS FEOS PERO FUE UNA NOCHE PLÁCIDA La tormenta trajo chicas que estornudan en el andén del subte al mediodía yendo a almuerzos de domingo con la ropa de ayer. Yo hago lo de siempre: me refriego los ojos, pienso en mis hijos, pienso en vos, cuento sílabas.     REMO: HAGO   Remo. Hago que la canoa avance por el sendero de agua baja, espesa tan entre limo y agua. Es mialgroso lo que aparece a los costados pero enseguida desaparece para atrás. El festej

Cartas a un joven bailarín 5

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  Carta 5   El niño se divierte, salta, baila y se lanza hacia todo aquello que el movimiento le inspira. La gran bailarina, luego de diez años de esfuerzos diarios, ejecuta pasos y figuras extraordinarias por su belleza y su ejecución perfecta. La verdadera bailarina, luego de diez años de esfuerzos diarios, olvida la técnica (que su cuerpo sin embargo no olvida) y se divierte, salta, baila y se lanza hacia todo aquello que el movimiento le inspira. El aprendizaje no es más que una etapa intermedia, aunque sin duda indispensable. Picasso decía: "Yo no busco, encuentro". Tenía razón. Se puede también pensar lo contrario: poco importa encontrar (o buscar), la búsqueda es un fin en sí mismo. ¿Dos opiniones contradictorias? Pero si no admitimos a las dos por igual, nos equivocamos. La verdad tiene doble faz, como Jano. Cuando pienso algo, me doy cuenta de que lo contrario también es verdad. Busco, encuentro, encuentro lo que debo buscar, entonces vuelvo a buscar... y creo nueva