POEMAS DE ADÉLIA PRADO


CASAMIENTO
Hay mujeres que dicen:
mi marido, si quiere pescar, que pesque,
pero que limpie el pescado.
Yo no. A cualquier hora de la noche me levanto,
ayudo a descamar, abrir, cortar y salar.
Es tan bueno, nosotros solos en la cocina,
de vez en cuando los codos se tropiezan,
él cuenta cosas como "este fue difícil",
"plateó en el aire dando coletazos"
y hace el gesto con la mano.
El silencio de cuando nos vimos por primera vez
atraviesa la cocina como un río profundo.
Por fin, el pescado en la bandeja,
vamos a dormir.
Cosas plateadas estallan:
somos novio y novia.
 
 
TANTA NOSTALGIA
En el corazón del irreflexivo mal gusto
la alegría palpita.
Un montón de mariposas entra por la ventana
provocando picazón, risas, provocando besos.
¡Nos amamos y seremos felices!
¡Ah! Mi pollera cuadriculada con mi blusa a rayas...
Tengo gran éxito en la ventana
fingiendo que miro el tiempo, ornada de hormigas voladoras.
Papá hoy tomó un baño,
quiere ponerse su camisa azul de añil,
hilo sintético transparente, un solo bolsillo.
Quién me diera solo un día
de los que viví llorando en mi vida
cuando estaban vivos mi padre y mi madre.
 
 
EL ALFABETO EN EL PARQUE
Sé escribir.
Escribo cartas, notas, lista de compras,
composición escolar narrando el bello paseo
a la hacienda de la abuela que nunca existió
porque ella era pobre como Job.
Pero también escribo cosas inexplicables:
quiero ser feliz, esto es amarillo.
Y no puedo, esto es dolor.
Vete de mí, tristeza, campana tartamuda,
personas diciendo entre sollozos:
"no aguanto más".
Vivo en un lugar llamado globo terrestre
donde se llora más
que el volumen de las aguas denominadas mar,
para donde llevan los ríos otro tanto de lágrimas.
Aquí se pasa hambre. Aquí se odia.
Aquí se es feliz, en medio de invenciones milagrosas.
Imagina que una vuelta al mundo
propicia paseos y vértigo entre
luces, música, novios en éxtasis.
¡Qué bueno! De un lado los chicos,
del otro las chicas, yo loca por casarme
y dormir con mi marido en el cuartito
de una casa antigua con suelo de listones.
No hay cómo no pensar en la muerte,
entre tantas delicias, querer ser eterno.
Soy alegre y soy triste, mitad y mitad.
Te tomas todo a pecho, dice mi madre,
ve a dar una vuelta, distráete, ve al cine.
Mi madre no lo sabe, el cine es como decía mi abuelo:
"El cine es gente pasando.
Las viste una vez, las viste todas".
Con perdón de la palabra, quiero caer en la vida.
Quiero estar en el parque, la voz del cantor azucarando la tarde...
Así escribo: tarde. No la palabra.
La cosa.
 
 
Adélia Prado
Poesía reunida. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Griselda García Editora, 2020.

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