FLORES PARA NO REGAR
En la memoria, la luz aparece de a ratos. De a ratos, todavía, tiembla un pájaro dormido entre tu gesto y mi pecho. - Así no se puede soñar -dice la parte lúcida del cuerpo que me queda. Entonces, con cuidado, mis manos agarran la angustia, la tristeza, el poco amor, el miedo, la furia, las palabras que sirven para decir: me rindo, y ponen todo en la parte baja de la ventana entre los cactus y otras flores para no regar. Del amor recuerdo su belleza y el peligro de extinción, igual que un ciervo que come geranios bajo el cielo azul del mediodía. Haz un pozo en la nieve. Con la punta del zapato, haz un pozo en la nieve. Hunde con fuerza el pie. Siente la forma en que la nieve cede frente al peso firme de tu cuerpo. Quita el zapato del pozo. Sacúdete la nieve del pantalón frío. Mira el pozo. Mira la nieve que rodea el pozo. Mira el pozo. Algo de pasto vive en el fondo. Mira el pozo. Podrías poner ahí tu corazón, dormirlo como un pájaro en un nido blanco...