HABLAR A LOS MALVONES
El arte no puede existir sino a través de una distorsión, de un quiebre, de una revisión de la normalidad. La música es una alteración de los sonidos habituales. La alfarería es una alteración del barro. La literatura es una alteración del lenguaje. Y del silencio. Pensado así, parece que el arte es, por definición, una instancia transformadora. Cuanto menos podemos pensar que, para adentrarnos en la propuesta del arte, es necesario desensillar el caballo de la pura, extrema y urgente cotidianeidad, de la denotación, y de la prisa. El arte, cualquiera de las disciplinas artísticas que conocemos, necesita una aceptación de lo extra-cotidiano. Nos necesita capaces de saber y creer que el sentido de las cosas está plegado como un abanico, que lo que a diario solemos ver es solo el abanico plegado. Para adentrarse en la palabra poética y literaria hace falta correrse del lenguaje con el que, hasta recién, hablábamos con nuestro hijo, con nuestra vecina... ¿Para hablar con palabras absurdam...