Fuerte como la muerte es el amor
Y LA POESÍA ATRÁS...
Un bichito negro entró por la puerta
y creyéndolo un cascarudo le tiré
la toalla para sacarlo, entonces
empezó a gritar: cuik cuik violentamente
hasta que lo solté afuera, dice
la tía Porota asombradísima
de que el bicho hablara, y tan fuerte!
me dice mientras ríe contándome
el suceso del día y vuelve a contármelo
después agregando detalles: nunca
oí a un bicho quejarse, cuik cuik
como si me pidiera que lo dejara
ir, nunca en mis ochenta y eso que estoy
un poco sorda, me decía, con la
risa abierta ante el misterio sin igual
la tía más querida en este pueblo
de Zavalla, que me llamó a las ocho
para tomar juntitas unos mates
y contarme al final del día esta
historia fenomenal, cuik cuik gritaba
el bicho hablando con la tía, porque
sabía ella lo escuchaba, y la poesía
atrás...
PÍO PÍO
En la inmensa belleza del monte hoy
pido perdón por no saber qué hacer
y sólo la oración parece certera
pero cómo se reza bajo el canto
del congo o de ese jilguero tanto
mejor que yo, ajustado y sereno,
en la santa perfección de la vida
elegiste para nosotros la nota
disonante de la imperfección
sostenida con un ansia terrena
que se vuelve plegaria de pronto
aunque fuera del poema nos parece
grosera como el chillido de aquella
cuyo nombre no sé pero que dice
¡iiiaaaaahhh! en la mañana del monte
y me conmueve su grito aterrador
como el mío, así debemos parecerle
a Carlos que en su estuche de seda
lleva guardado los sonidos pequeños
y los altos del joven monte chaqueño,
mientras aquí las cotorras hacen
braccacarrak, cakcak... sobre los frutos
de la pindó y las ciruelas rojas
a punto de madurar, y yo
pido perdón por no saber qué hacer
en la inmensa belleza del monte
que se extiende con sus pío pío
sobre el murmullo de las hojas y
silencioso como el dedo de Dios
nos ilumina perfecto y precioso
CARMEN MIRA Y ANDA
Anoche conocí a la Carmen
tomando mate en la vereda
de la casa de mi tía, ¡linda
la Carmencita que contaba
historias de su infancia en
la enorme casa de su abuela!
Aquellas flores blancas
nos decía, ¿damas de noche?
le pregunté, y me dijo sí
mientras pasaba a contar
de las grandes fiestas
pueblerinas y los ojos
se le iluminaban a
la Carmen mientras volvía
a rememorar los bailes
de campo y esa noche
en que compraron wiski
bajo unos tingladitos
camino a la casa y se
mamaron lindo con las
amigas! El mundo nos
daba vueltas, dijo Carmen,
y desde entonces no paró
con sus diez hijos de maridos
diferentes... y la menor
ahora la escucha calladita
cuando cuenta la novela
de la tarde y dice que llora
la hermosa Carmen triunfal!
Diana Bellessi
Fuerte como la muerte es el amor. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Adriana Hidalo Editora, 2018.
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