Poemas de Mary Oliver

 
Primera nevada
La nieve
aquí comenzó
esta mañana y ha continuado
durante todo el día, su retórica
blanca por todas partes
convocándonos de nuevo al por qué, al cómo
al desde dónde tanta belleza y cuál
es su significado; ¡qué
fiebre de oráculo! Una fuerza que,
fluyendo detrás de los vidrios, ¡parecía
no querer descender jamás, nunca posarse
si no era de modo encantador! Y tan solo ahora
en plena noche
ha finalmente cesado.
El silencio
es inmenso,
y los cielos retienen todavía
millones de velas; en ninguna parte
las cosas cotidianas:
las estrellas, la luna,
la oscuridad que nos espera
y a la cual todas las noches damos la espalda.
Los árboles brillan como castillos
de cintas, toda la extensión del campo
arde con cierta luz, el lecho fugaz
de un arroyo yace
cubierto de montes relucientes;
y si bien las preguntas
que nos han perturbado todo el día
permanecen -ni siquiera una sola respuesta
ha sido hallada-
salir ahora a caminar
en medio del silencio y en la luz
bajo los árboles
y a través de los campos,
parece ser una respuesta.


Repollo de mofeta
Y ahora, que las cáscaras de hierro sobre
las lagunas comienzan a disolverse
llegas, soñando con helechos y flores
y el despliegue de las hojas nuevas,
sobre el temerario
repollo de mofeta, con corazón de nabo
que arroja montones de hojas
hacia arriba, a través del barro frío.
Te arrodillas junto a él. El olor
es acre y fluye de la
manera más desvergonzada, haciendo
que salpique proteína sobre sí mismo
continuamente.
Desagradables sus
cavidades verdes, ásperas, y la idea
de su raíz gruesa que anida abajo, ¡obstinada
y poderosa como el instinto!
Pero estos son los bosques que amas,
donde el nombre secreto
de cada muerte es una nueva vida - un milagro
causado evidentemente no por una simple transformación
sino más bien por una densa e hirviente recreación. No
ternura, ni deseo, sino audacia y
fuerza bruta
hacen que caigan las cataratas de hielo, el pasado.
Helechos, hojas, flores,
los últimos sutiles retoques,
elegantes y tranquilos, esperan
para elevarse y florecer.
Lo que enciende el camino no es necesariamente bello.
 
 
Mañana en Great Pond
Empieza así:
horquillas de luces
brillan desde el Este
volando sobre ti,
y lo que queda de la noche -
sus cataratas negras,
su duda cobarde-
se disuelven como arenilla
mientras el sol aparece
remolcando nubes
de lana rosada y verde,
encendiendo los campos
convirtiendo las lagunas
en placas de fuego.
Las criaturas aquí
son parpadeos oscuros
que se distinguen
una atrás de otra
a medida que se eleva la luz -
las garzas azules, gigantes
patos silvestres sacudiendo
sus crestas brillantes -
y sumergida hasta las rodillas
en el agua estancada, violeta
una cierva bebe:
cuando se da vuelta
el agua plateada
se arruga como la seda,
sacudiendo el cielo,
y entonces estás curada de la noche, tu corazón
quiere más, estás lista
¡para levantarte y mirar!
¡Para correr donde sea!
Para creer en todo.


Mary Oliver
Americano primitivo
Mansalva. Buenos Aires, 2024.

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