UN POEMA DE NATALIA LITVINOVA


 
El geranio es la flor preferida de mamá.
Hay que ponerla junto a la ventana
para que ahuyente a los malos espíritus.

En el libro "Hierbas mágicas"
leí que una parcela de geranios rojos,
plantada cerca de la casa de una bruja,
avisa con sus movimientos
la llegada de visitantes.

En México, los curanderos purifican a sus pacientes
cepillándolos con geranios, ruda y pimienta.

Un día mamá me contó:

Una mujer tenía una casa húmeda
y de aspecto triste.
Se sentía miserable
pensando que todos vivían mejor.
Por las noches iba a visitar a sus vecinas
y se quejaba de su destino.
Una de ellas decidió regalarle un geranio:
Mirá, tiene un poder mágico,
ponela en el centro de la mesa,
cuidala bien.
 
Una flor te puede cambiar la vida.
 
¿Fue feliz esa mujer?,
le pregunté a mamá, pero no me contestó.
 
Al otro día entró en mi cuarto:
 
Cuando yo era joven,
tenía un solo vestido,
un abrigo para el invierno
y un par de sandalias,
la nieve se acumulaba
sobre mis dedos.
En verano salía al jardín,
me bañaba con baldes de agua,
la menta me rozaba
los tobillos,
fui feliz.
 
 
Natalia Litvinova
(en La nostalgia es un sello ardiente, editorial Llantén)

Comentarios