POEMA DE CECILIA MARTÍNEZ RUPPEL
los motivos por los cuales lloramos
son en realidad pequeños y sin bordes,
hay que abrazar al río
porque es lo mismo que abrazar a los hombres
y hay que saber mutar
para volverse lago, volverse playa y monte.
desde la inmensidad del bosque
las ramas de arrayanes
nos marcan con sus dedos filosos el camino
entendemos que la naturaleza es nuestro medio
y que el amor no puede ser humano.
nuestro ambiente es todo el que se nutra
de flores, de árboles y de hierba
para dictarnos un manifiesto propio
escrito sobre piedra o sobre un muelle:
no vas a tratar de ser mejor que nadie
excepto que vos mismo unos momentos antes,
no vas a lastimar ningún ser a consciencia
porque los corazones rotos desequilibran
el ecosistema de nuestras esperanzas.
vas a dejar que la lluvia te acompañe
y que las olas se rompan como tus ilusiones
para pulir la roca.
recién entonces desde lo alto del cerro
las casas se verán de su tamaño.
Cecilia Martínez Ruppel
son en realidad pequeños y sin bordes,
hay que abrazar al río
porque es lo mismo que abrazar a los hombres
y hay que saber mutar
para volverse lago, volverse playa y monte.
desde la inmensidad del bosque
las ramas de arrayanes
nos marcan con sus dedos filosos el camino
entendemos que la naturaleza es nuestro medio
y que el amor no puede ser humano.
nuestro ambiente es todo el que se nutra
de flores, de árboles y de hierba
para dictarnos un manifiesto propio
escrito sobre piedra o sobre un muelle:
no vas a tratar de ser mejor que nadie
excepto que vos mismo unos momentos antes,
no vas a lastimar ningún ser a consciencia
porque los corazones rotos desequilibran
el ecosistema de nuestras esperanzas.
vas a dejar que la lluvia te acompañe
y que las olas se rompan como tus ilusiones
para pulir la roca.
recién entonces desde lo alto del cerro
las casas se verán de su tamaño.
Cecilia Martínez Ruppel
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