ALGUNOS PÁJAROS NUNCA CANTAN

 
Hormiga
 
El amor es una hormiga
en una rama
la rama está en la mano de un chico
que la da vuelta constantemente
la hormiga no tiene esperanza de alcanzar
ningún extremo.
 
 
Regreso
 
El árbol de bambú dispara su tallo
que trepa hasta el espacio
ni las hojas, las raíces, ni siquiera la lluvia le importan
le interesa hacerse alto
su alma es una columna que sube al cielo.
 
Si yo fuera un árbol, elegiría el círculo, no la línea recta.
Pondría un pie adelante del otro como en un viaje sin vuelta,
después lo doblaría para que regresara.
 
Sin regreso
la vida no es más que un estúpido árbol de bambú,
un árbol que alza sus tubos vacío al cielo.
 
 
El álamo está en silencio a la orilla del río
 
nadie oye su canción
no tiene canción que cantar
el viento lo golpea cada tanto y las ramas susurran un poco
pero eso no es una canción
las canciones vienen con un soplo interior
no de una mano juguetona de afuera.
 
Quienes ven el álamo en silencio
podrían pensar que no le interesan las canciones,
ideas de los que no saben
el álamo sufre y sabe la causa de su tormento
es un árbol que no da frutos
el agua corre por debajo y el álamo llora en silencio por la fruta:
"Señor, tomá mi trenza
reemplazá mi tronco derecho con una pierna pobre
pero permitime dar frutos
dame el dolor del trabajo".

Pero, oh, el Señor no regala los frutos
dijo un acertijo y dejó que todos trataran de resolverlo solos.
El acertijo es la fruta.
Cada uno debe traer la fruta desde adentro, de su alma
la fruta de cada uno es su canción.
 
 
Te vi cuando estaba corriendo
 
no tuve tiempo de detenerme y besarte la mano.
El mundo entero me perseguía como si fuese un ladrón,
era imposible parar.
Si hubiese frenado me hubieran matado.
Pero te vi: en la mano llevabas un ramo de narcisos, tu boca era un ojal abierto en una camisa y tu pelo, un milano.
Te vi, no tenía a mano un fósforo para hacer un fuego y bailar a su alrededor. Todo el mundo me estaba decepcionando, abandonándome. Ni siquiera levanté el brazo para saludarte.
Pero un día el mundo se va a calmar, los canales de televisión van a parar y los pies que me persiguen se dispersarán y yo voy a volver al mismo camino, donde una vez te vi. Y te voy a encontrar en el mismo lugar: tu mano, un narciso; tu sonrisa, un halcón; y tu corazón, un brote de damasco. Ahí, bajo la sombra del duraznero voy a demoler la tienda de mi orfandad y construir mi casa.

 
Zakaria Mohammed
Algunos pájaros nunca cantan (Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Llantén Editorial, 2020).

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