MIS HIJAS

 
 
Virginia, desde muy pequeña,
era solitaria y rebelde.
No quería comer,
quería cruzar la calle sola,
usar mis zapatos y no los suyos.
Los regalos la molestaban,
no quería tomar mi mano
y caminaba adelante.
Parecía ofrecerse a los peligros.
Me preocupaba,
pero yo había empezado a escribir.

Florencia, en cambio,
iba siempre de mi mano cuando íbamos al parque
y me contaba cosas alocadas.
Era feliz con cualquier regalo,
le gustaba mi comida.
Iba de mi mano hasta que un día la soltó.
Ella creció y mi mano
quedó vacía.
Aún así, con mi mano vacía,
sigo escribiendo.

Estela Figueroa
(este poema puede escucharse en Estela en la Cúpula - Poesía Ya! 2023)

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